Estoy por aquÃ
28 agosto 2006
24 agosto 2006
Dia 15 Paganico - Siena 65 Km (4060)
Caían algunas gotas y los nubarrones se desplazaban a gran velocidad. Pequeños repechos toscanos, olor a tierra mojada y viña húmeda. Por suerte las tímidas gotas no pasaron de ahí, y llegue rapidamente a Siena. Enfilada en un monte y rodeada por murallas renacentistas. En las afueras junto a las casas unifamiliares estaba el atípico camping. Dejé las cosas y de nuevo pedaleando fui hacia el centro. Me sorprendió la cantidad de turistas y la bonita decoración de las calles. Sin pensar mucho deje la bici en la magnifica plaza con forma de concha. Empece a visitar el bonito casco antiguo. Entonces tras las calles estrechas sonaba un griterio, y de repente una cantidad de gente gritaba y seguia a un caballlo y su jinete. Todos se dirigian a la plaza. De otras callejuelas empearon a llegar mas multitudes, caballos y jinetes. Yo lo había leído en la guia, era IL PALIO. La antigua carrera de caballos medieval. Pero faltaban unos días... enotnces pregunte, era la presentación de los concursantes elegidos por cada uno de los barrios de la ciudad. Empecé a temer por mi bicicleta. Cuando por fin consegui llegar a la plaza y atravesarla; junto a la valla donde había atado a la bici solo vi a un policia con el candado en la mano, pero la bici ya no estaba. Los dos nos miramos con cara de sorpresa y me dijo donde se habían llevado la bici. Tras decirme un poco de todo y comprobar mi pasaporte me dejaron ir con la bici todavia manteniendo la cara de sorpresa...
Ya tenía una misión para el día siguiente comprar otro candado. Siena me gusto mucho, incluso pense en quedarme a ver la carrera, pero faltaban dos días y además era demasiada multitud para mi y mi bicicleta.
Dia 13 Paganico - Paganico - Km (3980)
Todo lo hacen ellos. Desde las tartas y galletas del desayuno hasta toda la pasta que allí se sirve… y como Domenico me veía delgado, pues a zampar y disfrutar de la rica gastronomía italo-toscana. Fue un paron altamente energético, para reponer fuerzas y relajante a la vez.
Como lo que quería era compartir mis primeras experiencias del viaje con mi amigo, y el no podía dejar sus responsabilidades culinarias, me pasé los dos días en la cocina junto a él. Aprendiendo recetas, probando y degustando todo lo que me ofrecían, pero también ayudando. Recordé mis veranos en el Trébol. Allí también hay buenos currantes y sobre todo buena gente.
Por la noche poco pude disfrutar de las estrellas, solo de la vista de los relámpagos y la tormenta que se acercaba. Decidí quedarme otro día con ellos, y entonces a la noche siguiente el cuñado de Domenico saco la escopeta y dijo a cazar!! Todo estaba humedo de la tormenta de la noche anterior, y se ve que así salían los jabalíes. Con los faros del todo terreno solo vimos algunos ciervos, pero no les quisieron disparar. Los jabalíes se salvaron pero la excursión nocturna fue divertida.
En el agroturismo también había gran cantidad de animales. El burro era mayor, tenía cara tristona, pero simpatica a la vez. Un potrillo casi recien nacido daba sus primeros pasos bajo la mirada de su madre. Criaban caballos y algunos saltaban y corrian sin parar al soltarles por el prado.
Además me gustó la forma de ser de la gente que allí estaba pasando unos días. Había muchas parejas italianas, de todas las partes del país. Pero se relacionaban entre ellas. Desayunaban y cenaban todos juntos. Eran como un buen grupo de amigos, pero en realidad se acababan de conocer. Yo también compartí con ellos algunos momentos. Gente muy maja. Durante esos días fui con Eduardo, el sobrino, a conocer los alrededores. Subimos a lo alto de un monte donde había un monasterio, desde el que disfruté de unas vistas toscazas increíbles. Viñedos, tierras de diferentes tonos, agricultura ordenada y unas nubes de cuadro renacentista.
Después a la cocina de nuevo. A probar cosas nuevas y reir de nuevo. Y de postre me escape a Grosseto con Domenico a por el helado. El mejor que he probado nunca. Además el heladero era amigo de Domenico y nos enseño la trastienda de la heladería y como elaboraba sus deliciosos sabores.
En mi ultima cena allí disfrute de uno de los mejores vinos de la región el “Montalcino”, un vino delicioso para acompañar la estupenda gastronomía toscana.
Gracias Domenico por darme esas fuerzas, que ya flaqueaban, para acabar mi viaje. Gracias por abrirme la casa de tu familia y esas risas en la cocina. Hasta pronto.
Dia 12 Montalto di Castro - Paganico 95 Km (3980)
Temprano seguí mi camino hacia Groseto para encontrarme con mi gran amigo Domenico. Cocinero italiano muy divertido, con el que siempre paso buenos momentos. Sobre todo aquel verano en el MIRADOR CAFe con José y los demás. Con la ilusión de reencontrarme con él y poder empezar a compartir mi viaje, pedalee con fuerza aquella mañana. Incluso un buen rato viento en contra.
Bordeé el saliente montañoso promontorio dell Argentario, anteriormente isla y ahora unido por tres brazos de tierra y carretera elevada a la costa ya casi Toscana. Y temporalmente abandoné de nuevo el Mediterráneo. Empecé a introducirme en la Toscana. Llegue pronto a Grosseto, así que pasee junto a sus murallas y visité el amigable centro histórico. Plaza bonita y todo muy cuidado y limpio. Calles peatonales y algunos turistas en las terrazas de las heladerias. Mi helado del dia me lo comí apoyado en las muralla y disfrutando de su sombra. Llamé a Domenico y resulta que trabajaba en un agroturismo situado a unos 25 km. Así que de nuevo a pedalear. Hacia Pagánico, un pequeño pueblo toscano. A las afueras y en lo alto de una pequeña colina se asentaba el agroturismo de la hermana de Domenico y su marido.
Él estaba igual que siempre, con sus rastas y disfrazado de cocinero. Tan solo con algo más de barba. Me presento a su familia y al resto de la plantilla. Descanse, comí y reí mucho.
Dia 11 Roma - Montalto di Castro 135 Km (3885)
Inmensa llanura, tan solo con algún repecho. Dirección Noroeste. Y pronto me reencontré con el Mediterráneo. Civitavechia, el puerto de Roma. De mercancías y transporte vehículos. Enorme y no muy bonito. También pase por alguna fea chimenea y fábrica contaminante.
Seguí con buen ritmo hasta Tarquinia. Parada obligatoria para visitar unas tumbas etruscas muy interesantes. Datadas del siglo V a.c. Desde fuera tu solo veías unos montículos de tierra, parecidos a los de algunos animales u insectos pero en tamaño humano. En realidad eso era la entrada, las tumbas estaban enterradas. Accedías por unas escaleras, y tras un cristal humedecido y protector, se podía observar el colorido y la delicadeza de aquellas antigüedades funerarias.
El centro histórico de Tarquinia también me gustó. Sobre la montañita y presidiendo la llanura. Sobresalían sus campanarios y conservaba algo especial. Aquel hombre sabía algo de español, todavía guardaba su seiscientos y me animó a pedalear.
Después en busca de un camping. Pero aquello se convirtió en una odisea. Al parecer aquellos eran campings “pijos”, muy caros. Y no estaba dispuesto a pagar más por plantar mi tienda que por la pensión en Roma. Así que acabe en un pinar cerca del Mediterráneo. Me dormí de nuevo escuchando su susurrar y conel de un ratón escalador. Por la mañana ya había un pescador observando el horizonte y con la caña hizada.
Dia 9 Roma - Roma - Km (3750)
Fui con Francisco, compañero de habitación colombiano, a visitar el foro Palatino y el interior del Coliseo a primera hora. Las tripas del recinto que albergaba las diversiones sangrientas del emperador y los habitantes de
Después recorrimos los antiguos foros de la capital romana. Lugar de grandes pensadores, políticos y emperadores. Algunas de sus residencias debieron ser alucinantes, pero con el paso de los años se fue construyendo “encima”. Diferentes iglesias, edificios públicos,… y ahora todo estaba un poco confuso y mezclado.
Caminamos por Roma. Estaba limpia, reluciente y no muy congestionada. Que raro todo lo contrario de lo que me habian dicho. Y llegamos al Panteón; con el que de verdad queria compartir mi 25 dia de cumpleaños. Y no me decepcionó. Es el edificio mejor conservado de la época romana y para mí el más impresionante. Allí dentro se crea un espacio genial. El óculo central de la gran cúpula por el que entra la luz, como un chorro sobre la oscuridad, tiene la medida exacta. Las sombras sobre el revestimiento de la cupula van cambiando al girar el chorro de luz. Abajo los turistas boquiabiertos observábamos el espectáculo con el cuello dolorido. Y recordando los giros de
Me hubiera quedado más allí, pero Francisco ya me miraba con cara rara, y de hambre. Le invite a la pasta y el invitó al helado. Después nos separamos. Hasta la próxima.
Visité el Vaticano y San Pedro. Vi las tumbas de los Papas, la capilla Sixtina y subí a lo alto de la cúpula para ver Roma a la altura de las esculturas. Recorrí las hermosas plazas italianas, callejee, pasee junto al Tiver, saboree la pizza romana, visite museos y galerias, descanse de la bici, me infle a helado,… Que suerte que todos los caminos lleven a Roma. Esta ciudad es un bonito alto en el camino. Allí se respira historia.